El típico enunciado de un problema, el llamado enunciado canónico, proporciona un entorno aburrido y reiterativo que invita casi con seguridad a no fijarse en los enunciados. Con la famosa experiencia del "problema del capitán" se comprobó que, efectivamente, no leen los problemas.
Antes de analizar las dificultades de comprensión y de trabajar los aspectos relacionados con la comprensión de enunciados, tenemos que conseguir que los miren.